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Sebastián Villasante: “¿Puede la comida azul alimentar a la humanidad? Sí, pero con peros”

 

El profesor e investigador de la Universidad de Santiago de Compostela, Sebastián Villasante, reclama mejoras para que “la comida azul alimente a la humanidad. Porque puede hacerlo”.

El investigador de la Universidad de Santiago de Compostela y promotor del programa EqualSea, Sebastián Villasante, empezaba su charla enumerando los beneficios de los océanos como fuente de vida: “Además de regular el clima, sus áreas boscosas mantienen el suelo en su lugar y mejoran la calidad del agua para las personas río abajo, los hábitats en los ríos y a lo largo de las costas albergan poblaciones de peces que proporcionan alimento incluso en áreas de inseguridad alimentaria crónica, y los manglares estabilizan las costas y reducen los daños causados por las tormentas”.

Expuestas sus virtudes las comparaba con los problemas endémicos y actuales de la humanidad: “La naturaleza está disminuyendo y hay mil formas de malnutrición. En torno a 149 millones de niños menores de cinco años se ven afectados por el retraso del crecimiento y 2.100 millones de adultos sufren sobrepeso o son directamente obesos”. Comparaba estados y concluía: “Los océanos pueden ayudar revertir esta problemática”.

Porque el objetivo es “lograr dietas saludables para casi 10 000 millones de personas en 2050, y no lo conseguiremos en la tierra”. “La forma en que producimos y consumimos los alimentos es la mayor causa del desarrollo insostenible en el planeta. El mayor emisor de emisiones de efecto invernadero es la agricultura, como lo es también el mayor consumidor de agua dulce o el mayor causante de pérdida de biodiversidad”.

Entonces, “si queremos tomarnos en serio los sistemas alimentarios y el estado del planeta debemos garantizar no solo un intercambio saludable sino también estable y equitativo del suministro de los alimentos”. Y ahí aparecen los alimentos azules. “A través de la gestión sostenible de la acuicultura y la pesca, los blue food, con un huella de carbono menor, se puede abordar la malnutrición en todas sus formas. Aumentar el consumo de éstos puede reducir el consumo de carnes terrestres y, en consecuencia, reducir las enfermedades crónicas relacionadas con su consumo (obesidad, hipertensión, ciertos tipos de cáncer…)”.

Villasante se volvía a auto-preguntar: ¿Puede la comida azul alimentar a la humanidad? “Sí, pero con peros, como cambiar la narrativa de una visión muy limitada de pescados y mariscos a una cartera diversa, mejorar la gestión de la pesca y la acuicultura; situar en el centro la sostenibilidad social y bienestar humano, integrar los alimentos azules en los diálogos clave sobre políticas alimentarias, mejorar el apoyo financiero para el sector o priorizar los alimentos azules en los programas sociales”.

Con ello, concluía, “el cambio es posible”.

 

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